Los farmacos sardos

Diferentes y curiosos son los remedios de la tradición sarda contra a los achaques, muchas veces se trata de supersticiones, que, como reconocen nuestras mismas fuentes, no eran del todo eficaces; otras veces, al contrario, son soluciones empíricas de notable eficacia.
Las recetas eran custodiadas celosamente y la mayor parte de las veces quedaban secretas, en las manos de pocas personas que se preocupaban de transmitirlas a una persona seleccionada.
Ingredientes esenciales de los fármacos sardos son las hierbas (entre las cuales se recuerdan la malva < “anarbedda” en sardo>, el aloe y el folliopus), y otros ingredientes homeopáticos como ajo, aceite y trigo.

Los farmacos sardos Diferentes y curiosos son los remedios de la tradición sarda contra a los achaques, muchas veces se trata de supersticiones, que, como reconocen nuestras mismas fuentes, no eran del todo eficaces; otras veces, al contrario, son soluciones empíricas de notable eficacia. Las recetas eran custodiadas celosamente y la mayor parte de las veces quedaban secretas, en las manos de pocas personas que se preocupaban de transmitirlas a una persona seleccionada. Ingredientes esenciales de los fármacos sardos son las hierbas (entre las cuales se recuerdan la malva < “anarbedda” en sardo>, el aloe y el folliopus), y otros ingredientes homeopáticos como ajo, aceite y trigo.

Mal de ojo de los niños

Desde pequeños se estaba sujetos a tales prácticas y supersticiones; para proteger los recién nacidos desde el mal de ojo se compraba un prendedor llamado “sa beccia” (que podía ser de oro, plata o metal) con una piedra negra y redonda, que se ponía sobre la espalda; se utilizaban también los colgantes con forma de cuernitos, de herradura y cintitas verdes en las muñecas.

Su callu furriau (el caballo volcado)

Se trataba de un remedio empleado para resolver problemas digestivos de los niños en el primer año de vida. La madre y el niño tenían que sentarse en el suelo en un punto de paso muy frecuentado (habitualmente entre dos puertas); el niño estaba en frente de la madre que lo cogía por los pies haciéndole hacer tres cabriolas y contemporáneamente rezaba.

Sa trobei

Se practicaba cuando los niños eran llegados a un año de edad y no eran todavía capaces de andar. Se eseguía por tres hermanas solteras y consistía en el poner al niño en el centro de la habitación, con las piernas atadas con un junco; a turno las tres hermanas, empezando desde la mayor, tenían que cortar el junco y rehacer el nudo recitando la siguiente cancionita (en sardo) para niños: “ Nosu tres sorris seusu, de Venezia beneusu, a Venezia torrausu, nosu custa trobei si da scappiausu”. Se creía que así el niño en pocos días habría empezado a andar.

Picaduras de insectos

Contra a las picaduras de mosquitos, abejas y avispas se hacía para tres veces, con la hoja de un cuchillo, la cruz sobre la picadura y después se echaba el cuchillo en el suelo para tres veces. Un inmediato alivio contra al molesto pellizcor de los pinchazos de los insectos era dado por el ajo, que se frotaba sobre las picadura, pero otra cura preveía la utilización de un trozo de cuerno como antídoto contra al veneno.

S’argia

Entre los insectos más temidos estaba una pequeña arañita, que se creía venenosa, “s’argia” cuya picadura podía ser fatal. Una vez pellizcados, el tratamiento preveía bailes y cantos sin interrupción por 3 días y las personas que, así haciendo se pensaba curasen el mal caído, tenían que ser proporcionadas al número de los pinchazos. La persona que había sido picada por la araña venia colocada en el centro de la habitación y alrededor bailaban los otros. Simbolico era también el color de la araña, se esta se encontraba y era blanca representaba a una persona soltera y las bailarinas y las cantantes tenían que ser todas solteras, si era roja representaba a una persona casada y quien hacia bailes y cantos tenía que ser casada, mientras si tenía manchas blancas y negras era signo de una viuda y así tenían que ser bailarinas y cantantes. Si al contrario no se sabía el color de la “argia” tenían que entrar antes las solteras y ver si con su canto lograban calmar los dolores del enfermo, en caso contrario tenían que entras las casadas y si también ellas no tenían éxito por ultimo intentaban las viudas.

Sa mexia de s’ogu (el medicamento del ojo)

Los rezos a menudo y con placer acompañaban a las prácticas de los medicamentos sardos; eran indispensables en los ritos contra el mal de ojo (en sardo llamados “sa mexia de s’ogu”) unidas al agua, aceite y granos de trigo. Los efectos del mal de ojo se manifestaban con cansancio, jaqueca y fiebre. Entre las varias maneras para curarlo uno consistía en el dejar caer, uno para vez, 3 granos de trigo dentro de un vaso de agua, recitando contemporáneamente algunos versitos dirigidos a Dio y a los Santos. Si alrededor de los granos de trigo se formaban burbujas de aire se tenía el mal de ojo y el paciente tenía que beber algunos tragos de agua desde un vaso al cual antes habían sido hechos algunos signos de la cruz.

El agua que quedaba se echaba de manera que ningún otro la bebiese arriesgando de ser infectado a su vez. Otro remedio era lo de hacer caer una gota de aceite en un vaso de agua: si esta estaba a flote significaba que no se tenía el mal de ojo, si al contrario se dispersaba desapareciendo se tenía el mal de ojo. En este caso se decían más rezos y se hacía el signo de la cruz para tres veces en la frente, en la barbilla y detrás de la cabeza y de la nuca. El medicamento del mal de ojo podía ser hecho también a los animales (habitualmente caballos y cerdos) en esto caso para liberarlos desde los parásitos.

Sa mexia de sa bucca maba (El medicamento de la boca mala)

Las inflamaciones de la boca y también la que en sardo es llamada “bucca maba” (boca mala) podían ser curadas solo por una persona que había perdido su padre antes de nacer y la práctica que habría dirigido a la curación era para nada agradable; consistía en efecto en escupir dentro de la boca de la persona que estaba mal. Pero estaba una practica peor que quería que dentro de la boca del desafortunado viniera restregado un pañuelo dentro de lo cual había sido puesto esterco seco…

Is ogus mausu (ojos malos)

Las personas que tenían los ojos inflamados tenían que someterse a este tratamiento: se cogía una rebanada de pan y se tostaba en el fuego, después de que todavía hirviendo se embebía en el vinagre y enrollada en un pañuelo se apoyaba sobre de los ojos. Otro insólito cuanto poco eficaz remedio consistia en poner sobre los ojos un pañuelo en lo cual habían sido encerrados algunos mosquitos vivos.

Sa bentosa

Utilizada contra al mal de panza consistía en poner sobre el estomago un plato en lo cual había sido puesta brasa cubierta con hierba fresca y enrollado en un paño y dejado allí hasta que no fuese vuelto frio.

Denti e gola (dientes y garganta)

Las compresas de malva necesitaban como antibiótico para el mal de dientes y para los abscesos, pero también para el mal de garganta. En este caso se ponían las hojas sobre la garganta la cual venía fajada con una bufanda para mantenerla caliente. El mal de garganta se curaba también con compresas de arroz cocido.

Gutturronis

Las amígdalas inflamadas (llamadas gutturronis) se curaban con una cancionita para niños, que se decía frotando el brazo del enfermo: “Gutturroisi funti setti, de setti torranta a sesi, de sesi torranta a cincu, de cincu torranta a quattru, de quattru torranta a tresi, de tresi a dusu, de dusu a unu, de unu a panù”, pero no aportaba ningún beneficio.

I guroni

Las hojas de higo chumbo se empleaban para curar los “guroni” que aparecían en las manos y en los pies, durante el invierno, y que eran causados por la excesiva exposición a los agentes atmosféricos; se ponían sobre el pecho con compresas de agua y jabón sardo.

El fuego de san antonio

El “fuego de san Antonio” es un herpes parecido a una quemadura que se extiende a todo el cuerpo, venia curado por una persona que como primer trabajo había hecho el guardián de cerdos. Se untaba el cuerpo del enfermo con aceite de oliva dentro lo cual se habían vuelto algunas piedras en astillas.

Luxaciones

Para remediar a las luxaciones se solía untar sobre la parte dolorante el blanco del huevo batido y fajarla , dejándola vendada por al menos 3 días.

Sa mexia ‘e sa rungia (el medicamento para la roña)

En sardo la roña es “sa rungia” : se curaba con una mezcla de azufre puro y cera de abejas liquidada con la cual se untaba el entero cuerpo del enfermo (después de haber sido lavado) que se arrollaba en una sabana. El rito se repetía por 3 días, también si ya en el segundo día se notaban mejoras.

Resfriados y bronquitis

El resfriado se combatía con un jarabe de vino cocido y azúcar o con lo de membrillo; la bronquitis con los vapores de agua caliente. La cera caliente era utilizada para combatir los dolores pulmonares.

Dolori ‘e stogumu (dolores de estomago)

Para las congestiones se solía beber una taza de café muy caliente con dos cucharas de zumo de limón.

Los aceites

El purgante de la época era el aceite de ricino, mientras el aceite de semillas de lino se untaba sobre el pecho para la pulmonía y el aceite Benedicto se utilizaba para “sa meixia de s’ossura” contra al mal de espalda; se esparcía la espalda de aceite y sobre las vertebras se posicionaban hilos de lana untados en la miel y anudados, se acababa tirando con fuerza hacia arriba el hueso sacro, con el riesgo, no pequeño, de fracturarlo y causar ulteriores daños…

La presion alta

Para curar la presión alta las personas se herían de propósito, en sardo esta práctica se llamaba “sangría”, para que saliese la sangre y de consecuencia bajase la presión. Cuando si quería bloquear la hemorragia se cubrían las heridas con la película que se encuentra entre un nudo y otro de las cañas de rio.

La pulmonia

Las sanguijuelas venían utilizadas para combatir la pulmonía, se ponían en la espalda en correspondencia de las venas y se las entrampaban con un vaso para que no se desplazasen desde el punto en lo cual habian sido colocadas.